domingo, 16 de agosto de 2015

LAS MUJERES HABLAN/ La Lucha por un cupo





Por Liliana Cadena Monsalve

Conseguir cupo para que un niño estudie preescolar o primaria puede llegar a ser toda una odisea, sobre todo en países como Venezuela donde  la demanda supera ampliamente la oferta. Este hecho ha llevado a que la mayoría de los colegios, al margen de la ley, apliquen pruebas con el único objetivo de seleccionar a los pocos niños que pueden admitir.

Como es de suponerse estas prueban exigen un alto nivel de desempeño por parte de los aspirantes, al punto que muchas de estas incluyen destrezas del grado al que supuestamente el futuro alumno está aspirando.  Tal vez para los colegios este mecanismo, resulte muy útil, pero desde el punto de vista de los niños, y sus familias, es totalmente injusto.

Analicemos el hecho: se le pide a un niño que por primera vez esta conociendo a una institución y rodeado de personas extrañas que tenga un desempeño excelente y a su vez que realice la prueba en un tiempo corto. Se le está pidiendo a un niño, inocente de todo, que cargue sobre sus hombros con las consecuencias de la calidad de la educación que ha recibido y que el mismo ni siquiera ha escogido. Me pregunto yo, ¿qué pasa si el colegio del que viene no tiene un buen nivel?: bien sea porque no cuenta con recursos suficientes, porque no tiene el personal preparado, o porque el mismo falta con frecuencia?, ¿qué pasa con los niños que tienen algún problema como puede ser lenguaje, Autismo, hiperactivismo, etc. y son evaluados o medidos, diría yo, con la misma vara de los demás? ¿ Es esto justo? En este último punto me voy a detener.

Soy madre de un niño con algunos problemas de lenguaje, hiperactivo, con déficit de atención y hipotonía en los brazos, a pesar de que ese poco de etiquetas, que en mi opinión no hacen sino descalificar a los niños y ponerles límites, déjenme decirles que mi hijo es un ser maravilloso, único, hermoso por dentro por fuera, capaz de alcanzar los objetivos como cualquier otro niño,  la diferencia es que requiere, a veces, un poco más de amor, un poco más de atención por parte de sus maestras, y de todos los adultos que le rodeamos. Es allí cuando los docentes de vocación y que aman a sus niños hacen la diferencia.

¿Qué pasa cuando la educación se mercantiliza y hay que quedar casi arruinado para poder inscribir y pagar las mensualidades de un niño que estudie tiempo completo? ¿Qué pasa cuando los niños son vistos como un negocio y la directora de un colegio te dice que lo hay es cupo para un niño que vaya a estar en la institución tiempo completo y que esto vale tantos Bs. XXX ( un tanto impagable por muchos bolsillos, incluyendo el mío) y que si es medio tiempo no hay cupo.  En dos oportunidades he escuchado la frase: “vamos a ver si tu hijo tiene el nivel del colegio” o “Tu hijo no tiene el nivel del colegio”. Se supone que la educación debe estar al servicio y a la medida de los niños, quienes en su papel de sujetos protagónicos deben ser el centro de todo el proceso educativo. Está mal si compramos la idea de que lo primordial es la institución y el prestigio del colegio. Lo primordial es que nuestros hijos estudien en su sitio donde sean valorados, queridos, enseñados con amor y respetados en su proceso de aprendizaje.

Necesitamos urgente más escuelas y colegios con cupo para todos nuestros niños, incluso para aquellos que teniendo una leve dificultad pueden incorporarse a colegios normales; y por supuesto, más colegios para niños que requieren una atención especial. Recibir una educación amorosa, de calidad y con inclusión es un derecho de todos nuestros niños. 



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