Jesús espera por ti
Por Liliana Cadena
El Jueves Santo, La
iglesia católica conmemora el momento en que Jesús es entregado. ¿Cómo lo
hace? El sacerdote se cubre los hombros
y espalda para portar el Santísimo Sacramento con un paño de hombros y luego
agarra o bien el copón que contiene las sagradas hostias o la custodia que
tiene una de las hostias expuesta, los cuales simbolizan el cuerpo de Jesús, y
los conduce en procesión hasta un sitio especial decorado para tal fin con
flores, y velas que llamamos “MONUMENTO”.
Allí quedará expuesto hasta el mediodía del viernes a fin
de que sea alabado y adorado por todos nosotros.
Es aquí, particularmente, cuando Jesús nos espera, debemos
acercarnos a él y hacernos a la idea de que cada año Jesús vuelve a entregar su
vida por todos nosotros, y por ello, debemos estar agradecidos, alabarlo y
acompañarlo.
En Venezuela es tradicional que los fieles realicen la
llamada “Visita a los 7 templos” que es un recorrido de los fieles por 7
iglesias de su preferencia, a fin de acercarse a cada monumento y acompañar a
Jesús.
Aprovechemos estas horas que aún quedan hasta el mediodía para
acercarnos a los templos y acompañar a nuestro amigo Jesús.
El Jueves Santo: Divino Tesoro
Por Liliana Cadena
El jueves Santo es un día maravilloso; sin embargo, no
todo el mundo le da su valor, porque desconocen los tres enormes regalos que
Jesús nos dejó en este día. Veamos cada uno de ellos:
El jueves Santo la Iglesia recuerda la última cena de Jesús con sus discípulos
antes de su crucifixión. Fue en este acto aparentemente cotidiano de partir y
compartir el pan y el vino cuando Jesús pronuncia las palabras: “…Este es mi
cuerpo, que es entregado por vosotros; haced esto en memoria mía”. (Lucas, 22, 19).
Y Luego refiriéndose al vino señala: “…Este cáliz es la nueva alianza en mi
sangre, que es derramada por vosotros”. (Lucas,
22, 20).
Aquellos pescadores, obviamente no alcanzaron a comprender
la trascendencia de estas palabras. Nada menos y nada más que Jesús mismo
estaba instaurando la Sagrada Eucaristía ,
por la cual, él mismo se torna alimento para nuestra alma; y nosotros sagrarios
del mismo Jesús. ¡Enorme privilegio y compromiso!, ¿no les parece?
El segundo regalo, se deriva también de estas palabras “…haced
esto en conmemoración mía”. Con las
cuales Jesús creaba el sacramento del Sacerdocio. En su ausencia serían los
sacerdotes, quienes en memoria suya repartirían a los fieles el cuerpo y la
sangre de Cristo. Por tanto, hoy se celebra el Día del Sacerdote.
El tercer y último regalo que Jesús nos da el jueves Santo
es que nos deja un nuevo mandamiento: El
mandamiento del amor, por el cual debemos amarnos unos a otros como hermanos.
Para Jesús el amor está ligado al servicio y a la entrega y es por eso que
Jesús, el maestro, nos da ejemplo de humildad y lava los pies de sus
discípulos.
Como era de esperarse nosotros los creyentes ante tales
regalos, que derivan en que Jesús se quede para siempre con nosotros en la Eucaristía , no podemos
menos que estar agradecidos e irlo a visitar este jueves y recibirlo con
sagrada devoción; es por eso que al iglesia instaura el jueves Santo como Día
de “Precepto”; es decir un día en que hay que ir a la iglesia y oír la santa
misa.
Vamos pues con fe y
con el corazón agradecido al encuentro con Jesús este Jueves Santo.
El Nazareno de San Pablo
Por Liliana Cadena
Actualmente,
todo caraqueño que se precie de serlo tiene una particular devoción hacia la imagen
del Nazareno de San Pablo, una talla en
madera de pino Flandes de Sevilla, España. Dicha imagen está rodeada de
leyendas: la primera de ellas señala que el escultor, después de terminar de
tallar la imagen, escucha al Nazareno decirle:
"Donde me has visto que tan perfecto me has hecho".
Esta
talla fue venerada en la capilla de San Pablo, en sus primeros tiempos y de ahí
viene su nombre de Nazareno de San Pablo.
La
segunda leyenda le atribuye la curación milagrosa de los caraqueños que en el
año 1597 sufrían una epidemia de peste del vómito negro o escorbuto, para la
cual la ciencia médica había resultado insuficiente. Todo sucedió cuando la
imagen del Nazareno de San Pablo que era llevada en procesión, a manera de
suplica para que los curara de la peste, se quedó enredada en una mata de limón,
frutos que al caer el piso fueron recogidos por los devotos y dados como remedio
a los enfermos para su curación.
En
1880, el Presidente Guzmán Blanco mandó destruir el templo de San Pablo y en
ese mismo sitio se levantó el Teatro Municipal que fue inaugurado en 1881. En
honor a su esposa Ana Teresa Ibarra, mandó construir la Basílica de Santa
Teresa y Santa Ana, popularmente conocida como la Basílica de Santa Teresa y
allí fue llevado el Nazareno de San Pablo, donde se encuentra hoy.
Como
todos años, el Miércoles Santo, miles de devotos venidos de diversas partes del
país acompañan en Caracas al Nazareno de San Pablo para demostrarle su fe; y
pagar tal vez promesas por favores
concedidos, para lo cual suelen vestirse con una túnica morada imitando la que
lleva la imagen del Nazareno, la cual está
bordada con hilos de oro, con los símbolos de la pasión, y adornada con decenas
de orquídeas y perlas.
Conviene
recordar; sin embargo, que más allá de
las tradiciones populares la Fe de los católicos no debe dirigirse hacia las Imágenes
en sí mismas, por más milagros que se les atribuyan; sino hacia el Padre, su
Hijo Jesús, y el Espíritu Santo: Tres Divinas personas y un solo Dios: Misterio
de la Santísima Trinidad. Recordemos pues, a través del Nazareno de San Pablo, el inmenso amor de Dios y de su amado hijo
Jesucristo hacia nosotros, quien no vaciló en entregar su vida padeciendo una
dolorosa muerte de Cruz para redimirnos del pecado.
Por Liliana Cadena
Una vez terminada la preparación
de 40 días, que comenzó el miércoles de ceniza, los cristianos conmemoramos este
domingo la entrada triunfante de Jesús
en Jerusalén, días antes de su pasión, muerte y resurrección.
Jesús es aclamado por una
multitud de peregrinos que venían a celebrar la pascua judía, quienes al verle
entrar en un borrico lo rodean con ramos
de olivos y palmas en las manos, extienden sus mantos para que pase sobre
ellos, y lo acompañan, entre cánticos y exclamaciones. “ ¡Gloria! ¡Bendito el
que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el Reino que viene, el reino de nuestro
padre David!¡Gloria en las alturas! (San Marcos 11, 10).
Como acto de fe, los creyentes se
llevan estos ramos benditos a la casa
como signo de la bendición de Dios, de su protección y ayuda. Con ellos se
pueden armar cruces, que nos recuerdan el inmenso amor que tuvo Dios Padre al
ofrecer a su hijo único para que muriera en una cruz y así redimirnos de
nuestros pecados. Pasando así la cruz de ser signo de muerte a ser el árbol de
la vida.
Oración:
Hemos aclamado a Jesús, nuestro
Rey y lo acompañamos hasta Su Cruz. Ayúdanos Padre bueno a recordar siempre el
inmenso amor que nos tienes y que debemos seguir a tu hijo si queremos ir a ti.
Por María Giordano de Wasiuk
¿Qué es la fe? La primera de las tres
virtudes teologales: Fe, Esperanza y
Caridad. La fe como virtud teologal es creencia, es confianza, es rectitud, es
honradez, es sobre todo: La Ciencia de Dios. Conocer la fe, revivirla y
anunciarla lo mejor posible es nuestro
primer deber como cristianos católicos.
Preguntémonos: ¿Qué puedo decir
de mi fe?, ¿Ha crecido en algún aspecto de ella? ¿He participado en alguna
actividad de crecimiento?, ¿He pedido al Señor que aumente mi fe?
Seguramente cuando el papa
Benedicto XVI convocó al año de la fe era principalmente para que el mundo
entero se diera cuenta del secularismo que nos estaba y está invadiéndonos; de
la falta de valores que predomina en el mundo de hoy; en pocas palabras, de la necesidad
de Dios en nuestra vida, de la necesidad de una fe firme y consolidada.
Es importante también saber que
la Fe es un dogma, y que como tal, es una verdad revelada por Dios y propuesta
por la Iglesia para ser creída por todos los fieles.
Siempre se puede conocer y profundizar
mucho más en la Fe. Solamente conociendo
nuestra propia fe y sus alcances podremos anunciarla a todos nuestros hermanos,
pues nos anima la idea de que solo el que vive la fe puede anunciarla.
Tristemente nosotros los católicos
muchas veces profesamos nuestra fe en lo escondido para que nadie se entere. La
mayoría de las veces nos justificamos con un “no sé cómo defenderla y proclamarla”.
Por qué no podemos ser valientes como lo fue el ciego Bartimeo, quien a voz en
cuello llamó la atención de Jesús en medio de la gente a plena luz diciendo: ¡Hijo
de David, ten compasión de mí! Esa es la fe que necesitamos, que sea proclamada,
vivida, comprometida y compartida. Que el mundo entere, se compenetre de nuestra
fe, porque la fe en secreto es una fe superficial, no es la fe que necesitamos
tener cuando Jesús nos hace esta pregunta, a cada día, cada mañana, cada hora: ¿Qué quieres que haga
por ti? Nosotros callamos y no respondemos a Jesús, y si lo hacemos lo hacemos
con indiferencia, con duda con miedo, etc.
¡Nos nació el Salvador!
Por Liliana Cadena
Hoy 25 de diciembre celebramos el
nacimiento del niño Dios, el Salvador del mundo. Es por tanto un día de júbilo
porque cada año nuestro padre Misericordioso, nos recuerda que tanto amó al
mundo que le dio a su propio hijo para que todo el que crea en él No perezca.
Así en este nacimiento del niño
Jesús en un pesebre pobre, de un pequeño pueblo nos señala cuál debe ser el
verdadero Espíritu de la
Navidad : Sencillez, unión, alegría, compartir con los demás,
propagar la buena nueva, y fundamentalmente, confianza y entrega hacia los
designios de Dios Padre en Nuestras vidas.
El verdadero espíritu de la
navidad está muy lejos del comercio, de los festines, las comilonas, y de
ritos cuyo objeto es rendir cultos a seres inventados y pretender así destronar
de su lugar a nuestro Dios, hecho hombre y nacido de las entrañas de una
virgen. Es por eso que para recibir la navidad no se necesita tener dinero,
sino un corazón dispuesto.
Esperamos que la alegría y la
esperanza por la Natividad
del Señor nos acompañen durante todo el año y nos alienten a trabajar
incansablemente para hacer del mundo un lugar de amor y de paz.
El fundamento de nuestra Fe
Por Daniela Cayama
“Y esto todos nosotros somos testigos.” HCH 2,32
La fe de la
Iglesia está fundamentada sobre la fe de los apóstoles, estos 12 hombres que
conocieron personalmente al Señor, que estuvieron con Él, comieron y
conversaron con Él; de Él aprendieron,
de Él recibieron la fe, lo vieron hablar a las muchedumbres, sanar enfermos y
expulsar demonios; de Jesús aprendieron la misericordia con el pecador y
conocieron personalmente el perdón de Dios; fueron los testigos de su muerte y
su resurrección.
Estos 12 hombres a quienes se les confió el anunció del
Evangelio y la trasmisión de la fe en el mandato de Cristo “vayan, y hagan que todos los
pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado.”
(Mt 28,19-20) son los doce pilares que sostienen la fe de la Iglesia.
Nosotros
profesamos nuestra fe en el Credo. Esta oración, en sus dos expresiones: El
Credo de los Apóstoles y el de Nicea-Constantinopla, es el resumen de lo que
debemos creer. El Credo de los Apóstoles, “llamado
así porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los
Apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma. Su gran
autoridad le viene de este hecho: Es el símbolo que guarda la Iglesia romana,
la que fue sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó la
doctrina común" (CatIC 194), expresa las principales verdades de
nuestra fe: Un solo Dios, el Padre, Creador de todo, el Hijo Redentor del mundo,
el Espíritu Santo Renovador de la tierra, la Iglesia fundada por Cristo, la
comunión de los santos, el perdón por el arrepentimiento, la resurrección y la
vida eterna.
Profundizar en
el conocimiento de nuestro Señor Jesús, en el significado y la belleza de
nuestra fe es el llamado de la Iglesia para todos sus hijos y la invitación
siempre abierta para todos aquellos que se sientan atraídos y quieran seguir la
invitación de nuestro Señor: “vengan y lo verán” Jn
1,39.
Lindo artículo que deja entrever cómo el encuentro con nuestra madre del cielo, bajo la advocación de la Virgen de Coromoto, emociona hasta lo más íntimo. Gracias Carmencita por compartir.
ResponderEliminarGracias Mariita por tu lindo aporte
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